Según Alicja Gescinska, la música tiene más poder para elevar el espíritu que para corromperlo. Por lo tanto, la música puede desempeñar un importante papel en el desarrollo moral y personal propio. Pese a ello, se presta muy poca atención a ello; pues la música apenas tiene relevancia en el sistema educativo y la percibimos como una fuente de distracción, esparcimiento o consuelo en la vida diaria.